Fecha de creación: 29/05/2024
Jesucristo, conocido como el Buen Pastor y Fuente de Vida, es el núcleo de la fe cristiana y una figura de inmenso amor y compasión. Nacido en humildes condiciones en Belén, su vida y ministerio demostraron la proximidad de Dios a la humanidad y la profundidad del amor divino.
Jesús se describió a sí mismo como el Buen Pastor, cuidando de su rebaño con dedicación y sacrificio. En sus parábolas, ilustró su papel como guía espiritual y protector, dispuesto a dar su vida por sus ovejas. Este amor pastoral se reflejó en sus actos de sanación, su acogida a los marginados y su constante búsqueda de aquellos que se habían perdido.
Su ministerio estuvo marcado por poderosos milagros que revelaban su divinidad y compasión: alimentó a multitudes con unos pocos panes y peces, calmó tempestades, y devolvió la vida a los muertos. Estos actos no solo demostraban su poder, sino también su deseo de proveer y cuidar de cada persona, ofreciéndoles vida en abundancia.
El sacrificio supremo de Jesús en la cruz es el punto culminante de su amor y misión. Al entregar su vida, Jesús abrió el camino a la reconciliación con Dios, ofreciendo perdón y salvación a todos los que creen en él. Su resurrección es la victoria definitiva sobre la muerte, garantizando la promesa de vida eterna.
Jesús, como la Fuente de Vida, invita a todos a beber de las aguas vivas que él ofrece, encontrando en él renovación espiritual y propósito eterno. Su enseñanza de amarse unos a otros, perdonar sin límites y vivir en paz con todos sigue siendo una guía luminosa para la humanidad. Jesucristo es, en cada época y lugar, el Buen Pastor que cuida, guía y da vida a su rebaño con infinito amor y gracia.